
Marcas de Caín
Marcas caminantes,
marcas que respiran.
Pseudo-vidas angustiosas
o completas, liberadas;
transitando el día a día
como sombras o luceros:
marcas de Caín.
Espectáculo ambulante
de las morbosas masas;
rumores populares
entre dientes afilados,
circo de miradas tóxicas
y objeto de quien lucra
con las penas.
Marcas de Caín
proscritas al rechazo
señaladas al infierno venidero
como si el infierno en vida
no les fuera suficiente
Ninguna de ellas se marcó
por voluntad, con intención;
ninguno de ellos advirtió
que la indeleble, cruel señal
se les tatuaba.
Y qué amargo es su sabor,
qué increíble fuerte hedor
de tener qué acostumbrarse
a los silencios acusantes,
a las voces murmurantes
al ojo que juzga insensible.
Nadie, al mismo tiempo, mira
nadie sabe, nadie toca
en esta eterna muerte en vida;
nadie que les traiga nuevo aliento
o que termine con sus días.
Marcas de Caín
potencialmente suicidas
porque esta vida no sabe a vida;
sabe a mala broma,
a equivocación de Dios
sabe a vómito, a despojo.