Él Él, que cree en lo que hago. Su rostro brilla cuando estoy en la tarima, en el punto cumbre de esplendor de mi vocación, mi pasión. Él, que me da motivos para sonreír en medio de pena y cansancio; es mi solaz. La razón de que valga la pena continuar: es mi fuerza y mi debilidad. Él, que sabe romper esquemas pero no lo usa para hacerse superior. Camina con el pueblo que alimenta: ¡Inspira! Impulsando y aliviando. Él, que buscó mi rostro entre la multitud; un rostro que había apagado su luz para no ser visto, por pasar inadvertido, por su empeño él lo encontró. Él, que se vuelve indispensable, necesario, insuperable no por aires de grandeza: Es mi propia voluntad que me requiere caminando junto a él. Él, que sabe todo de mí; detalles del diseño que me hicieron lo que soy Observó en silencio pero hoy día es que incluso me anticipa. Él, que ha sido cuando todavía no es; que provoca preguntarme si es un sueño. Pero cada día al despertarme esta piel con la suya, tras el sueño aún me existe. Yo, tratando de ser para él, todo lo que ha sido para mí antes aún de haberle notado, antes aún de que llegue y se me funda en un abrazo.                                                                                                                                                                     Tú*