
Imago Dei
Cualquiera diría
que estás ebrio,
que estás ebria,
hablando contigo
a ese nivel...
-es muy, muy posible
-y poco probable
-se considera hasta sano
-compruébalo en vano!
Tu cuerpo
que no es tu cuerpo
te grita, te acusa,
vacío de tu mente
que no es tu mente...
se ha vuelto inquisidora
de ese espacio vacío
-y la ingrata,
con quién riñe la ingrata?-
No hay nadie
en casa
Llega al punto
en que tu mismo ser
te abandona;
el amor propio no carece
de restricciones
-o no será amor...
trastorno mental,
debilidad!
Inúndate en teorías,
razones, palabrería:
piérdete!
Nace entonces,
al fin una guerra;
y cuál es la crisis?
Qué convirtió esto
ahora en una lucha?
-no lo has logrado
-no es tu decisión
-y has vuelto a caer...
-mi brazo ten, cuanto sea necesario
-te vienes perdiendo varias millas atrás
-lo mío nadie arrebata de mi mano
-que abandones te sugiero
-despierta, que te ordeno
Solo dice la palabra, y
Soplo de vida -en el Principio-
y las veces que vuelva a faltar
Imago Dei!
-los ojos brillan al fin-
Nunca saliste de ti
Parece embriaguez (o lo es)
pero nunca saliste de ti;
la voz en efecto no es tuya
aunque fluye desde dentro
-porque se mueve
donde le ha dado la gana-
(soberanía es que le llaman)
Y esa gana bendita
le tiene en mi choza
y no en los palacios;
le tiene en mi caos
y no en los remansos...
Porque el propio ser acusa
y se vuelve verdugo,
esa voz
que no es tu voz,
es el sello de pertenencia
es la marca de identidad
Esa voz
te reclama suyo
te reclama suya
-imago Dei-
y vuelve la calma
(gana bendita,
bendita seas!)
Hay un trozo de salvación
dentro de tu propia persona;
La respuesta,
el silencio
el camino
la luz
el remanso de paz.
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