31 Fe
 

Enero 2012

Mateo 14:28-33
 Entonces Pedro lo llamó:
—Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti
caminando sobre el agua.

29 —Sí, ven —dijo Jesús.
Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca
y caminó sobre el agua hacia Jesús,

30 pero cuando vio el fuerte viento y las olas,
se aterrorizó y comenzó a hundirse.

—¡Sálvame, Señor! —gritó.
31 De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró.
—Tienes tan poca fe —le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?
32 Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo.
33 Entonces los discípulos lo adoraron.
«¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron.


Tal vez lo mas sencillo sería entregarse en un acto suicida directo
en el que sepas que ya después no sentirías nada.


Pero ¿qué hay del acto suicida fraccionado, lento,
la entrega gradual de negarse a si misma(o).


"Toma el control" le decimos a Dios. Pero ¿quién va a querer conducir
un auto en el que te montas al volante -que alguien te ha cedido-
y ese alguien de copiloto te sigue dando direcciones y observaciones?
De qué sirve que me haya dado las llaves y el volante (no en una clase de manejo)
si me va a aturdir los nervios con sus constantes gritos "luz roja", "detente",
"izquierda", "mas lento", "por allí no", "vigila el retrovisor", "cuidado"...


¡¡Caramba, así quién puede!!
¿Entonces quién dijimos que está conduciendo?
¿No dan ganas de regresarle sus llaves y su auto?
Cuál es esta contradicción o simpleza de palabras
de entregarme las llaves pero no entregarme el viaje?


¿Vas a confiar en mí entonces?
Sé que tienes temor de que algo ocurra.

Predicamos a un Pedro que caminó sobre las aguas y,
cuando lo alegorizamos en seguida, no pensamos en el justo momento
en el que debía dejar caer el peso de su cuerpo sobre el mar
en contra de las leyes naturales, en contra de la lógica
y el sentido de supervivencia, cuestionándonos a través
del viejo y necesario reflejo del miedo.


Pero con frecuencia se deja pasar por alto a la reflexión
por no considerar la cantidad de pensamientos que caben
en la fracción de tiempo que haya durado, ni siquiera el evento,
sino lo que tardamos en leer:


"Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca
y caminó sobre el agua hacia Jesús"


¿Qué decisión o acción trascendental se ha llevado a cabo 100% libre de temor?
¿Cuándo fue que el miedo se convirtió en un obstáculo?

¿En qué momento estaré disfrazando de miedo natural
a mi preferencia por no correr riesgos?

No lo estoy invalidando o atacando, porque no se trata de juzgar;
pero bajo la linea de estas palabras, de ser así,
se ha de ver a sí mismo permaneciendo en la barca.
Observe, quieto, anónimo, en una situación en la que
no se trataba de elegir entre lo bueno y lo malo sino de
ir mas allá a pesar de la incertidumbre. ¿No era eso la fe?


¿O qué es fe?
¿Acaso también estaré viendo de modo simple
la esencia o el concepto de la fe?


"—Tienes tan poca fe —le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?"

Olvide el reproche para avergonzar.
Este tipo de preguntas se orientan al autoexamen.
Este tipo de preguntas no se responden con
un inmediato y sonoro "Perdóname", sino con un lapso de silencio
y la pregunta interna "Es cierto, ¿por qué dudé?".
Es una pregunta en la que, tanto cuestionamiento como respuesta,
es para nosotr@s mism@s... ¡Vamos! ¡Si es con el Maestro con quien hablamos!


"—Tienes tan poca fe —le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?"


 

•● Citando en Mayo 2016 ●•
 
»Escribir no es
transformar el ego
en sustancia, sino
diluirlo para que
no envenene.«

-Kenneth Moreno May
Colombia.
 
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