Tequila nunca me había besado en la nariz.
Me dio un lengüetazo tipo 'diezdemayo'
con la venturosa salvedad de que ella no entiende
de conmemoraciones en el calendario.
Todos los días soy su madre, como todos los días
además de en mayo Elizabeth es mi madre,
más que en junio Andrés es mi padre,
celebro a Milca no sólo en diciembre,
a Andrés en marzo y no sólo en febrero
me alegra que Jan exista...
Bueno, la idea queda clara.
El asunto es que Tequila me dio un besazo
(uno muy diferente a los que siempre me da)
y tras el shock, empecé a esbozar ideas que
en realidad desde un principio me ponen a pensar.
No cambio pañales pero limpio un arenero -que
por cierto, me hizo quedar de una pieza cuando yo
lo compré y lo preparé, pero le dije "esto es tuyo... tuyo"
y no le pasé un recibo de compra, como de nada en adelante).
Me da un terror enorme cada vez que la ingrata se sube
a la ventana, me preocupa cuando parece tener los ojos tristes
y me hizo soltar una lágrima de nostalgia cuando le dije
lo mismo que una vez mi mamá cuando yo era adolescente:
"la princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?"
(poema, por cierto, de Rubén Darío).
Paso largos ratos contemplándola mientas duerme
y la toco un poquito cuando no noto que respira.
Sonrío admirada de que haya vida en un ser tan pequeño,
la causalidad envuelta en que precisamente ella
llegara a mi vida y me detengo en los detalles de su nariz,
sus patitas, y esos brillantes ojos verdes.
Es una belleza. Es la gata más hermosa del planeta,
aunque sé que en el planeta se cotizan los guapos
bebés gerber... Es decir, los guapos gatitos whiskas.
Me derrite cuando estira la patita tratando de alcanzarme,
cuando gruñe como gorrioncita y me desarma
dormida en mis piernas o mi vientre. Me da un terror enorme
faltarle o que me falte.
Necesita vacunas, visitas médicas, aseo (porque
la lengüita esa a veces ni le alcanza tras todas las hazañas).
Le hablo con una voz ridiculita y le canto canciones,
por ejemplo, las de Cri-Cri.
Ya sé. Estoy perdida.
No voy a concluir con un "y eso que es una gata"
o "y eso que no he parido" aunque tenga su razón de ser,
y no lo haré solo porque a veces los humanos
nos damos demasiada importancia.
Me doy cuenta de la capacidad que tenemos para amar
y aunque admiramos a esos vientres que se entregan
en cuerpo y alma, no lo tomaremos como excusa para
no demandar amor de toda persona.
Salirnos un poquito del asunto del vientre, lejos de relegar
el valor de una mamá, nos da un foro para no confundirnos.
A veces celebramos más la función que a la persona,
como en muchos otros días:
Celebramos más a Eva que a la Varona.
El profesor Juan Bek dice que en Génesis, aquel "y llamó a
la mujer 'Eva', porque era la madre de la humanidad",
tras haberla llamado "Varona" (mi igual) el varón la renombró
ahora según su función: parir.
Una enorme pena este suceso de despersonalización.
(espacio para meditar)
Celebramos, no obstante y digna de rescatar,
la capacidad de entregarse; de vaciarse de una misma
para hacer crecer la de otro ser (mediando vientre o no),
y eso de "vaciarse" nos lleva a la posibilidad de
hablar de Dios como madre.
(espacio para meditar)
Pero no voy a llevar estás letras hasta agotarlas,
aunque tengo mucho más rondando mi cabeza,
y parece que hablé de todo y nada (Los besos de Tequila,
los días festivos, los vientres, Genesis, Dios madre, etc.)
porque ahora es momento de que tus propias opiniones fluyan.
Porque estos no son temas de los que todas y todos
sabemos y podemos opinar...
...y porque estaba escribiendo esto acostada, de lado.
Pero una arteria pequeñita de la maternidad me alcanzó
y ahora me demanda atención:
Tequila vino a tocarme el vientre con la patita
(en su lenguaje eso es "acúname un rato")
por lo que ahora me acosté boca arriba,
para hacerle nidito en mis piernas abiertas, rodeándola.
Esas expresiones -y la postura corporal,
intencionada aunque no detalladamente descrita-
me llevarían a hablar de lo sagrado y espiritual
en cuerpo y la sexualidad, pero es tema que podemos
abordar más tarde y ya Tequila empezó a ronronear.