Septiembre 2012
2:00 a.m.
He perdido el sueño, pero no el cansancio.
Me levanto como mi madre, hace 26 años,
a cocer una papa -aunque no por
las mismas razones que ella-.
Lo mío en el vientre es sólo hambre
y en la cabeza, es que las musas suelen
preñarme de madrugada y,
cuando lo he dejado para el día siguiente,
el resultado es: mente y papel en blanco.
Por eso vigilo la papa en el fogón,
bostezo y busco el papel, el lápiz.
El lápiz, porque de madrugada
ninguna musa sobria se pasea por aquí.
Palabras de una mente beoda
se vacían en el papel y por la mañana
se hace un recuento de daños, blasfemias,
confesiones, fantasías y búsqueda de paz,
de autenticidad...
"Rayos! Se secó el agua de la papa en el fogón."
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