Aquel rincón bohemio. 

A son de "You're nobody till somebody loves you"
en voz de Michael Bublé
22 abril 2013

Buscamos aquel rincón secreto. 
El rincón bohemio de nuestros primeros días compartidos.
Memorable es el espacio que vio nacer las primeras páginas
de nuestra historia. 

Un saxofón añejo nos impregnaba de romance el ambiente.
Sabías que la más tosca trompeta
podía esbozar el más vibrante romance.

Sabías que la música siempre me ha hecho suspirar el alma.

Que aún hoy y siempre un suave jazz me eriza la piel.

Alrededor de nosotros, voces desconocidas y secretas
de enamorados que, como nosotros,
buscaban un refugio para su amor.

En esa cueva que parece matizarse en sepia, la media luz
alcanza apenas para leernos la mirada uno al otro.
El piano sabe colorear el ambiente en el que 
somos tantos, pero importamos solamente tú y yo.
Quién más sino tú, la melodía de amor por excelencia
en mis manos, en mi aliento.

Recuerdo cada ridículo detalle de aquella
noche eterna y al mismo tiempo fugaz.
-como el suave abrigo que cubría tu cuerpo
y el lazo negro de mi vestido-

Tu solapa sacó a bailar a mi escote en la siguiente pieza de blues.
No olvido la canción en la que terminaste de abrazarme el alma 
y es que de música está formada mi memoria.

Una nota musical es la unidad de mi memoria.
En partituras archivo mis recuerdos más preciados.
Etiqueto los recuerdos con el nombre de alguna canción
y aquella canción nos envolvió la noche de danza, sombras y anhelos.
-Cómo podían las trompetas ser tan sugerentes como en aquel blues!-
Que aquella noche nuestra se volviera eternidad.
Aquella noche ya era eterna: estábamos en la plenitud 
de un sueño hecho realidad.

El viejo sabio seguía cantando:
"Podrías poseer toda comodidad y riquezas... 
y no significar nada, porque eso no compra la felicidad del amor."

Tu mirada líquida abrazando mis ojos expectantes.
Cada verdad cantada por aquel hombre me convencía 
del sueño realizado en el que te convertías. Solo podía pensar: 
"Anhelo tanto ser del mismo modo, tu sueño hecho realidad."

Brillaban velas y cristales como mismísimas luciérnagas, 
testigos de nuestro romance.
Danzaba el fuego de las velas, hipnotizado de la cadencia 
de cada pareja que bailaba su propio amor.
Y el viejo seguía su sentencia cantada: 

"No existes hasta que le importas a alguien... 
Así que ve y encuentra a ese alguien que te ame."

Se eleva la intensidad de aquel poema cantado. 
La voz, los instrumentos, como el clímax de nuestra danza.
Y se aferran mis dedos a tu espalda, mi boca a tu hombro 
y tus brazos me sujetan el alma. Cierro los ojos.
Empareja cada espacio de nuestro cuerpo en el secreto 
de la música y aquel bohemio rincón.
Nunca olvides esa canción. Nunca olvides aquel rincón.
Aquella danza en la que busqué la esquina de tu boca con mis labios.

Y el piano ordenó retornar la calma
de la marea musical que nos perdió.
Nos vinimos a encontrar uno frente al otro. 
Vinimos a coincidir, a encajar una vida con la otra.
Encontramos, uno en el otro, a "ese alguien para amar."