Control vs. Descontrol (13 mayo 2011)   Después de hablar tu y yo, me levanté a terminar el equipaje  y entonces noté que me hacía falta el pasaporte (aparece porque aparece, si al día siguiente es el vuelo!) Sin dejar de pensar lo que hablamos, mientras buscaba el dichoso documento me decía con una rara tranquilidad:   Cuando nos permitimos perder el control, Cuando nuestras vidas van dependiendo cada vez menos de ciertos trozos de papel... Cuando las pequeñas cosas (por su precio) ocupan el sitio que les corresponde como grandes cosas (por su valor), Entonces las respuestas que buscamos se dejan ver. Antes aparentemente ocultas, se vuelven evidentes y la felicidad nos choca de frente (y por supuesto, con mucha mayor probabilidad de distinguirla y asirla)   Si mantengo mis prioridades en un papel, el día que este no aparezca por ningún sitio -como ahora el dichoso pasaporte- el resultado será ansiedad emanando de mis poros, nublándome la vista a lo que tengo al frente, distrayéndome de lo verdaderamente importante. Entonces paro un segundo en el que una voz ajena a la mía (claro, si la mía está ahora ocupada en despotricar porque no tiene cada cosa donde ella quiere -en su mano, supongo-)  llama la atención y cuestiona: Mira el modo en el que has perdido la paz. Mira de qué manera has perdido de vista aquello que tienes en el mismo frente de tus ojos. ¿Realmente controlarlo todo, vale ese precio?   Solo eso es una excelente razón para llegar al punto en el que ya nada podría ser peor. Es en ese punto en el que la situación sólo puede mejorar. Con la actitud de permitirnos asumir que no controlamos cada evento de la vida, perderse en un viaje puede ser divertido; "adiós" se vuelve "hasta luego" y cuando no es así, no duele más de lo que debe doler en intensidad y tiempo y los difíciles cierres de ciclos, son también nuevos comienzos. Permitiéndonos el descontrol, vamos adquiriendo la perspectiva adecuada para ver cerca la posibilidad de realizar nuestros sueños, no como queremos, sino aún mejor; todo aquello que nos costaría llevar como si trajéramos ruedas cuadradas, fluirá en un control divino que requiere nuestro descontrol.