06 De vuelta a lo basico




De vuelta a lo básico
26 de septiembre 2010

"En algunos momentos de mi vida también he pasado por esto.
Créeme que el momento de dar más de tres pesetas llega..."
-Angel Luis Rivera Agosto


Subía por la calle muy irritada. La razón ahora ni siquiera vale la pena dedicarle tiempo a detallarla. Solo cabe señalar que no era para menos, que no estaba exagerando mi malestar por lo que injustamente me había sucedido (la situación no es precisamente olgada).

Mientras repasaba una y otra vez el evento que aún me tenía con un nudo de coraje en la garganta, vi acercarse un joven de prendas gastadas y que desde lejos ya empezaba a articular palabras: -"Dios la bendiga... joven Dios la bendiga... me llamo Javier... " -No me he detenido, pero ya que lo he visto y entiende que lo escucho, avanza junto a mí a mi paso, al lento paso que llevaba.

Lo escuchaba de hecho, pero las siguientes palabras se desvanecen cuando veo su mirada. Esa mirada la he visto antes; se confunde frecuentemente con la embriaguez o el efecto de drogas, pero esa mirada a donde me transporta es a la sala de un hospital. Una sala específica de mi práctica profesional: "trauma/varones".

Por la naturaleza del hospital, generalmente eran jóvenes y adultos tratados por heridas en accidentes, peleas de pandillas y otras agresiones. Algunos de ellos inmigrantes y todos, de escasos recursos. Esas miradas están cargadas de combinaciones de diversos elementos: dolor agudo, hambre tras una indicación de ayuno, un prolongado tiempo de yacer en cama en un sitio donde la demanda de atención supera al personal enfermero, preocupaciones por su situación de "ilegalidad", por tener una familia que no pueden ver, o porque no tienen familiar alguno que responda por ellos; arrepentimiento, coraje, enajenación, amargura, desesperanza...

Vuelvo de esa imagen mental y escucho sus palabras -"mire salí del hospital... no me quieren atender... es que me dispararon ... mi pai se murió..." Tristemente yo tenía razón. Aquel joven alza su camisa y veo una bolsa de colostomía. Yo no voy mas que con las llaves de casa y tres pesetas que le doy mientras el nudo en la garganta cambia de naturaleza al no verme en posición de hacer otra cosa...

Mi enajenación mental por lo que anteriormente me había pasado me privó también de decir otra cosa que no fuera "de verdad lo siento, no traigo más" mientras le suelto esas tres pesetas. Me alejo pues él se detiene y mientras dice "gracias" me presenta otra mirada que vuelvo a reconocer; es la mirada que recibía cuando tenía qué decirle a uno de esos varones "lo siento, nadie ha llamado aún", "no puedo darte de comer aún por tu propio bien", "es que no es posible darte más analgésico; una dosis más elevada es peligrosa"... ¿me explico? es la mirada de "bien, supongo que lo intentaste, aunque eso no me quite la tristeza, el hambre, el dolor..."

Mi problema no ha desaparecido; aún tengo qué bregar con él. Pero yo voy a llegar a un sitio, donde me sentaré a pensarlo, beberé y comeré de manera natural y sin tener qué lavar una bolsa de colostomía; con una enorme familia extendida a la que en todo caso puedo llamar si me la veo difícil. Y mi pai está lejos, pero está.

Ni siquiera voy a atreverme a pensar si acaso el chico tiene mas o menos las cosas bajo control y aprovecha su situación para ver si obtiene algo, que si no se puede confiar que si etc., etc.; no me voy a atrever porque la imagen y la evocación que provocó fue tal, que hacer eso implica unas ansias enormes de calmar mi conciencia, y no me puedo ni debo engañar.

Cuando creía que todo terminaba al ponerme en perspectiva de lo que tenía sin merecerlo, faltaba corroborar ese "merecerlo".

--Pues aún puede quedar de por medio un argumento que me recuerde la inversión de mi persona en este proyecto, en todo lo que ha resultado para bien a consecuencia de buenas decisiones, y no lo menospreciaré, porque es un deber el promover eso en los demás; no lo menospreciaré pero sé que Dios siempre va más allá y que cuando se propone pulirnos, no tiene reparo en hacerlo despacio y a detalle.--

Un mensaje aparece en mi muro en facebook:

Mami: Ronda que ronda rondadorita, teje que teje tejedorita...¿Que es?
Yo: Hmm... La araña??
Mami: Buena memoria nena. Que Dios te conserve en salud y buen ánimo

Imágenes y sonidos de mi infancia me envuelven. El recuerdo de mi vida me acaricia y me hace estremecer. Me debilita un beso de papi en la frente, la calidez del pecho de mami al recostarme, la risa de mi hermana, el abrazo de mi hermano... y cada uno de esos eventos es un destello de amor divino. En aquella habitación, me he vuelto un ovillo, mirando a la nada.

Ya que los logros han perdido relevancia, ahora además aquello que he tenido como inherente, lo que todos y todas merecemos tener por el solo hecho de ser creación de Dios... libertad, sueños, diversión, amor, una infancia, calidez de hogar, familia, salud, patria... me pregunto
¿y en qué soy yo diferente de quien no lo pudo tener, de aquellos a quienes se les negó o se les arrebató?

He vuelto a lo básico.
Lo trivial se quema,
lo complejo se descompone
en sus elementos más simples,
todo a mi alrededor desaparece
y hasta el más sagaz argumento
queda eliminado.

La sensación me es completamente familiar; es lo que se siente cuando se me desnuda el alma ante Dios y quedo solo yo, tal cual soy, vulnerable y en silencio, excepto por el nudo que se ha roto en llanto.

En esta lucha y por el llamado que me tiene donde ahora estoy, por la honra que Dios y mi gente se merece en respuesta a lo que me ha dado, la actitud no es de autoflagelación, de complejo, de fatalismo.
A estas alturas eso resulta hasta irresponsable.

Después del tiempo necesario
que deba pasar en aquel rincón,
desnuda el alma y debilitada por una fuerza
siempre más grande que todo, que yo,
me he de levantar y hacer valer
aquello que tuve, que tengo y que he de tener,
con la certeza de que si bien, por gracia lo tuve,
aunque no lo entienda jamás,
haré lo mejor de mí para el momento
en el que hay qué dar más que tres pesetas.


...cielos, ¡cómo me arde el corazón!

-Lafourchette


•● Citando en Mayo 2016 ●•
 
»Escribir no es
transformar el ego
en sustancia, sino
diluirlo para que
no envenene.«

-Kenneth Moreno May
Colombia.
 
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