16 DosmilOnce

 

Dos.mil.Once
(5 enero 2012)

En tinta de sangre
este capítulo se escribió,
cada letra recubierta en honor

Implacable o no,
de voluntad he asumido no borrar
una sola Palabra de mi historia

Mirar el recorrido y poder decir "No me arrepiento de nada"
sabiendo los detalles de la narrativa sin censura,
es tener cinco palabras que se traducen
en el triunfo que este año representa.



Es asombroso lo tangible que se vuelve la experiencia de
verte renacer justo en el momento de más agonía;
expresar sabiduría cuando nada en la mente, en el corazón, parece tener sentido.
La fortaleza que hay tras el quebrantamiento y la libertad que existe en las cadenas.
La cordura en la locura y el crecimiento de menguar tu propio ser.

Pero es agotador. Y de decir lo contrario, incluso mentiría;
incurriría en el positivismo rosita que tanto me provoca urticaria.
Es agotador, claro que sí.
Cada experiencia que ha venido en bruto y que no hace bien por sí misma,
requiere de un proceso de pulir, moldear, cortar, tallar, pasar por fuego o agua
-eso y más de todo aquello que los artesanos, las artesanas saben-
y nada de eso es sencillo; la mayoría duelen además.
Pero en ese entendimiento, me conmueve ver, recordar el paso de los años
(que advierto: la memoria es corta y no debe ser comparada
con lo recibido en mi vida, o la gratitud, que es mucha)
y para muestra, basta un ejemplo o dos.

En el 2010 hacía una petición: "Enséñame a llorar"; el resto de ese año
me dediqué a las lágrimas que aun necesitaban ser descargadas para vaciarme
y poderme llenar de nuevos elementos. En el 2011 aprendí entonces a bien llorar
(si así se puede llamar); llorar para purificar, llorar para liberar, sanar;
solo derramar algunas lágrimas y no estancarme allí (no más de lo necesario),
o además de llorar, gemir cuando así es que llega el alivio
(y no menos de lo necesario).

Iniciando la experiencia de vivir en otro país, he ido cambiando y graduando
frecuentemente mis espejuelos para ver la vida en mí y a mi alrededor;
siendo los cambios más notables en el 2010
(así es, nuevamente mediante la crisis).
Pero a 2011 no le pareció suficiente la graduación de los cristales y en este año
tuve la oportunidad de recibir una cirugía en mis ojos
(integral, incluyendo los físicos).
El proceso ya no se dirigía a corregir los cristales a través de los que miraba,
sino directamente en mis pupilas.
La vida, hoy día la veo irremediablemente diferente.

Una amiga me preguntó también en 2010,
"si tuvieras la elección de vivir el amor real pero solo un tiempo corto y sabiendo
que se acabará, o vivir un amor ordinario y prolongado, qué elegirías?".
A decir verdad, acepté que la pregunta era difícil, pues de ser mi decisión,
claro que juntaría amor real y amor prolongado; pero al no darme elección
de modificar las opciones, me inclinaba por supuesto, por la primera.
2011 me demandó comprobar mis palabras en la realidad.

Hay tantas experiencias para compartir, pero me voy a detener aquí.
Solo puedo volver a las palabras que me ayudan
a comprender la crisis en sus diversos rostros:

Qué intensidad la de tener qué provocar
un proceso doloroso para poder evitar uno destructivo!

Se dice fácil ahora, pero nuevamente recuerdo cada detalle, cada día,
cada momento que se acortó o se hizo eterno y entiendo que tiene su honra;
me doy ternura a mí misma (es en serio!) de cada momento que fue difícil
y es bueno poder mirar atrás y comprender muchas cosas,
ver el presente y saberme más integrada,
y ver el futuro con la esperanza de que a pesar de lo que aún esté por venir,
si no hubo razón para ser abandonada en el pasado,
no hay motivo para quedarme sola en el futuro;
que el artesano y la co-artesana (esa soy yo) no se detendrán
hasta que cada detalle quede completo,
porque amamos lo que estamos haciendo, creando, y re-creando.

Y hablar de nosotros dos, es hablar de cada persona a mi alrededor
que se permitió ser medio, ser canal de cada elemento que me hizo
una mejor mujer;
a través de palabras, de miradas, de acciones y silencio;
personas geográficamente cercanas y lejanas;
porque la verdadera distancia la prolonga o acorta el corazón.


Mirar el recorrido y poder decir "No me arrepiento de nada"
sabiendo los detalles de la narrativa sin censura,
es tener cinco palabras que se traducen
en el triunfo que este año representa.

Pensando en el principio y el final de este año,
el deseo con el que enciendo fervorosamente mi velita
es encontrarme en el centro de un Quiasmo


Por lo demás, sé que tengo derecho a permanecer callada (y expectante)
dado que todo lo que diga podría ser usado en mi contra.
Tengo derecho a un abogado (que espero siempre decida ser también mi cómplice).

Viviré la vida y espero también, cerrando en punto y seguido
al estilo García Márquez, "vivir para contarla".

"Que venga Dos Mil Doce,
esto no se acaba hasta que se acaba"
-dice la empresa Café Punta del Cielo


 

•● Citando en Mayo 2016 ●•
 
»Escribir no es
transformar el ego
en sustancia, sino
diluirlo para que
no envenene.«

-Kenneth Moreno May
Colombia.
 
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