No creí que una celebración tan aparentemente ajena
a mi historia personal, se convirtiera en una mañana
de tantos mensajes y sorpresas para asimilar.
 

Colegas seminaristas, dudas, palabras en el silencio, Dios...

...y hacía tiempito que no me desprendía tanto de mí en el altar,
orando por las personas que pasaron, después de los testimonios.
A veces se mueve tanta energía allí. Tanto de ese no-sé-qué.

Josué me dejó presentar a los seminaristas...
me sentía tan emocionada.
No sé, me sentía feliz de casi casi cada detalle. 
Vaya domingo.

Felices 115, templo.