Budda vino a casa por la tarde.
Jesús se nos unió por la noche.
Estar juntos me resulta nutritivo, aunque evidentemente
hay muchos caminos solitarios entre nosotros.
Caminos de a dos pies solamente.
Eso no significa aislamiento.
No es incompatible con volver a ver
una sonrisa en sus ojos, y reír a carcajadas
entre verdades compartidas.
Compartir el champagne.
Budda se fue a media noche.
Y una hora más hubo de charla con Jesús. Sueños.
Sus sueños y sus pesadillas.
Mis sueños y mis pesadillas.
Estoy muerto...
Estoy sola...
La vida y la compañía, en sus términos tradicionales,
están sobrevaloradas.
La vida y la compañía han sido
sumamente mal usadas. Manipuladas.
Estar muerta o estar sola no me da tanto temor
desde que a fuerza de instinto por sobrevivir,
los paradigmas se transforman.
|