03 enero 15

Ella y yo hablamos...
No lo esperaba. Creo que ella tampoco.
Tuvimos el campamento y el último día predicó David.
Antes de su sermón algo pasó, metí la pata en una junta por imprudente
en algo que dije, que estaba segura que era correcto (me lo habían dicho
e incluso lo aplicamos) y no. Nones.
 
David me lo hizo ver en privado y me sentí mal, no debido a él sino a mí...
Es decir apenada del error aunque asombrada del modo en que el me educaba,
de ver cómo él manejó las cosas.
 
Me acordé de la muchacha que me dijo que Dios le había hablado y le dijo
cosas sobre mí (sigo suspicaz respecto de ello, debido al modo en que lo ha dicho
y la insistencia en su temor, como si no conociera Dios el desenlace de aquello,
en lo cual aquellas palabras no influyeron en nada)...
 
Y durante el sermón me puse a escribirlas, no sé por qué, y me hacían llorar,
además de que el sermón fue muy impactante, aunque no tuviera nada que ver
con lo que me pasaba por la cabeza, en mi papel y el bolígrafo.
 
"Te falta humildad...
Quiero ver a la Lisania adolescente que conocí y cómo servía a Dios..."
 
Quizá ella hablaba en cierta ignorancia pues no sabe mis luchas, pero
en aquel entonces la descarté del todo y estaba irritada, aunque comprendiendo
que cada quién ama no perfectamente, sino como puede, como entiende.
Seguí escribiendo lo que ella me dijo
 
"Ese muchacho (JC) no es el varón que Dios tiene para ti...
Dónde queda tu ministerio..."
 
Y sonaba además en una religiosidad que ya yo no apoyaba del todo
pero de repente esas palabras tomaron otro sentido... Aunque vinieran de ella...
Un sentido que ella no podría saber (y no le contaría, para no espantarla más aún). 
Y me sentía en el dolor de los ojos que se abren sin misericordia
ante la primera luz del día. Una verdad absoluta y desconocida,
recién descubierta, recién entendía.
 
Y tuve que salir porque disimular el llanto era cada vez más difícil.
Unos minutos después salió ella. Se me acercó y me preguntó si estaba bien.
Le dije que sí, que estaba quizá tan bien y entendiendo cosas, que quizá lloraba
por esa emoción. No le hablé del dolor.
Le pregunté si estaba bien y me dijo que sí. Que en estos días había estado cayendo
en cuenta de muchas cosas, que se sentía bien pero era muy loco.
Le pregunté qué podía hacer yo.
Y entonces lo soltó.
 
Dijo que nada... Solo que quería decirme que en medio de todo, sí le había dolido
saber lo que supo. Que sintió que las confianzas se rompían y en realidad
lo que más le dolía era la evidente distancia que se había marcado.
El ver además que algo pesado pasaba con los dos (él y yo) y no saber
cómo acercarse para acompañar o decir algo.
Le dije que entonces parecía que cada cual estaba por su lado sintiendo
exactamente lo mismo.
Le dije que nunca tomé la distancia como algo personal.
Que entendí que cada persona se identifica más con un pastor u otro
y que veía normal que ella no me viera como su pastora, como alguien
significativo en su vida y eso no es personal. Así pasa.
 
Le dije que la distancia, si hubo de mi parte, fue al saber que ella sabía algo.
Que en realidad quizá ella no lo sepa pero yo estuve allí:
yo fui ella, quizá en detalles algo diferentes, pero fui ella.
Y si no me acercaba era porque me imaginaba la vulnerabilidad y el malestar.
 
¿Qué iba yo a decirle en esos momentos? ¡Y sobre todo yo! (Imagina tú que K en ese tiempo
se me hubiera acercado disque a acompañarme o darme palabras de algo, que no joda).
Le dije que en esa situación, cualquier cosa que yo le dijera, fuera la que fuera,
con la mejor intención del mundo y la mejor sabiduría, en ese momento
le iba a saber a mierda.
 
Y que además las circunstancias en las que estábamos, había desfases
que no nos ayudaban a hacerlo más simple. Que es asombroso cómo
el hecho de ser pastora--feligrés  y al revés, ser la chica que tiene
toda su vida en esa iglesia versus la chica que acaba de llegar y tiene
mas que un año, y cosas así, puedan hacer complicado el simple,
simple hecho de que ambas somos mujeres... Las dos somos mujeres.
 
Me dijo que ella se había dado cuenta de que mas allá de lo que había sucedido
en el pasado, ella aún sentía cariño, que nos quería y que le preocupaba nuestro bien.
Que eso era lo que le dolía perder y que por lo demás, no importaba lo que sucediera,
incluso lo que decidiéramos el y yo; en lo cual ella no se veía para nada
como un obstáculo.
 
Que sí lo veía difícil, sin embargo, el compartir juntas, por nuestras diferencias
de personalidad. Pero que finalmente allí estábamos todos y valía la pena
rescatar lo rescatable.
Se disculpó por cualquier cosa que hubiera hecho o actitud que hubiera tenido
en el pasado, que no iba a definir si fue consciente o inconscientemente dada
la situación, pero que se disculpaba y no quería herir.
Le pregunté qué podía hacer yo.

Me dijo que lo que fuera que estuviera en mi corazón. Solo eso.
Que ella en todo caso, en cualquier ocasión que me dijo que me apreciaba,
que me quería, fue muy sincera.
Le dije después de una pausa, que en otras ocasiones en el pasado,
quizá me habría llenado de ansiedad y quizá lo arruinaría tratando de hacer
algo para arreglar lo que de por sí no comprendía (vaya estupidez).
Pero que ahora yo entendía, por mis experiencias pasadas, que no necesito
solucionarlo todo yo, ni solucionarle las cosas a las demás personas.
Que por mucho que las quieras, cada quien debe sufrir sus propios procesos.
Sus aprendizajes.
 
Y que así como yo superé mis propias dificultades, cada persona puede.
Que había resuelto que la distancia no era del todo negativa y que si queríamos
-si debíamos- solucionar algo después, esa distancia eventualmente nos llevaría
a encontrarnos en la otra esquina de la cuadra; cuando el momento fuera más apropiado: 

Y aquí estamos, le dije. Aquí estamos sin haber planeado esto,
sin haberlo buscado del todo... Le dije que en esa experiencia pasada
yo comprendí que nadie me puede herir si no lo permito.
Que yo tomé mis propias decisiones. Que no era una víctima. 
Que me di cuenta que era más fuerte de lo que pensaba.
Que la sanidad está en mis propios pasos, mis decisiones.
Y que eso no hace que duela menos pero le da un propósito
al proceso doloroso. Que era autónoma.
 
Y que ella debía saber que cada cosa que pasó, incluyendo la distancia
con cada persona, sucedió por amor.
Nunca con malas intenciones.
Con amor.
Y que pues... Allí estaba todavía yo. Que creía en sus capacidades
y que ahora que ella fue electa como presidenta del próximo campamento,
allí seguía yo para respaldarle.
Hasta donde ella me lo permitiera.
Hasta donde entendiera prudente.

Después nos interrumpieron. Nos requerían en la actividad a las dos.
Y lo dejamos en eso.
Uff... Desde entonces las cosas con ella también se han relajado.
Aunque no del todo porque sigo sintiendo que tiene y tengo
detalles personales por avanzar y no sé...
 
También yo dije en el pasado "no soy obstáculo"
sintiendo otra cosa más compleja en el corazón.
Sé que no todas son como yo pero esa sensación me frena un poco.
Aunque estoy cierta de esto como en el pasado, que esos son,
eran mis propios asuntos. Nadie puede parar su propio mundo,
sin que esto signiique que no se pueden hacer espacios de ternura
o solidaridad para acompañar. Pero es algo que se decide seguir
viviendo como está o trascender.
La siento distante y si no me acerco es por ese asunto de
"y que le digo que no le sepa a shit?"
No es que no lo entienda. Más bien es que eso me hace pensar
que todo lo que me dijo aquella vez, no fue decirme lo que en verdad sentía,
sino decirme lo que ella cree que debe sentir. Puede que por otro lado,
en verdad eso siente. No puedo concluir sobre otras vidas en base a la mía. 

Así que no sé que pensar. Supongo que también es no pensar y dejarlo fluir.
Claro que hemos llegado a hablar de nuevo y se seguirá dando.
Creo que puede ser muy provechoso.
 

•● Citando en Mayo 2016 ●•
 
»Escribir no es
transformar el ego
en sustancia, sino
diluirlo para que
no envenene.«

-Kenneth Moreno May
Colombia.
 
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