No te vayas.
Eres esa presencia inesperada
que sin embargo, tan ansiada
podía sentirse incluso desde
antes de toparse las frentes.
La sutil colisión avisa que
hay discursos inútiles,
listos para liberarse
y que hay miradas brillantes
acumuladas con necesidad
de ser compartidas,
sueltas para contemplar
su danza entorpecida
por el silencio de la sala
en que nos encontramos.
No te vayas.
Traes contigo todas las razones,
aunque te faltan las intenciones.
Vienes robando la aburrida paz
que me construyo diariamente.
Esa que es fruto de arduas
labores de aislamiento y de
palabras antes ni siquiera
balbuceadas.
"No te vayas",
pronuncian apenas mis labios
cansados de ser guardas
de tanto secreto, de tanta
pretensión.
No te vayas, no te vayas.
Y no te quites la ropa, ¿para qué?,
si ya estás desde el principio
desnudado de tu propia soledad.
30.03.16
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