Que esté equivocada, desorientada,
no la hace menos sagrada.
Sigue siendo mi Iglesia.
 

Que pueda resultar enfadosa,
belicosa, sin ánimos de asumirse,
no me hace menos responsable
del camino que elegí.
Sigue siendo mi hija.
 

Que haya cometido
muchos errores en el pasado,
no la hace menos nutritiva y valiosa.
Sigue siendo mi madre.
 

Que haya sido distorsionado en su propósito
y se le vea muy poca solución real,
no hace que valga menos la pena luchar por él.
Sigue siendo mi México.
 

Que sea enorme,
diverso al punto de la ansiedad
y cada cual sea finalmente responsable
de su propia vida,
no me hace sentir menos ajena
al deber y bendición de haber sido
plantada donde estoy.
Sigue siendo mi pueblo.
 

Soy levadura en manos de una mujer

Soy semilla en dedos de un sembrador

Soy escoba en busca de una moneda perdida

Soy mostaza, soy sarmiento
Soy trigo y a veces cizaña.
 

Soy poco, soy medio,
soy pequeña y soy mía.

No soy Dios, no soy indispensable
y no soy la única.
 

Somos muchos.
Somos potencial y eso basta
para sostener la mirada
todavía un mucho más.


29.01.15