12 febrero 08


12 febrero

11:15pm. Mientras escribo, la Tierra se está moviendo nuevamente
de éste lado del país. Aunque en realidad nunca ha dejado de moverse.
Se sienten mini-temblores a cada rato… ¡Hey! Se está sintiendo otro…

Los hospitales están todos evacuados de pacientes. Las escuelas cerradas
y la gente a la expectativa; todos los cercanos, amigos de la escuela
y hermanos de la Iglesia nos dicen:

-Nos hemos estado acordando mucho de ustedes, ¿cómo les ha ido
con los temblores? ¿No han tenido miedo? 
-Pues es que es algo muy nuevo para mí
-¿Allá en San Luis no tiembla?
-Nunca
-Vaya… pues, bienvenidas a Mexicali…

No sé qué va a pasar mañana… las sirenas siguen sonando, ahora pues
más tranquila de pensar que han estado transportando gente y no que se trate
de gente severamente dañada.

Me asusta más la preocupación de la gente de aquí mismo que sentir los temblores
en sí. Pero no pretendo preocupar a los míos; dondequiera hay temblores de todo tipo
y a veces los más duros e indeseables son los que no provienen de las placas tectónicas…
como los emocionales, los espirituales, los morales…

Me siento tan mal de estar tan lejos mientras mi gente pasa junta el duelo
de la separación que experimentamos del hermano Eladio. Cuánto quisiera estar allá.
Milca me dice “por ahora, ese es tu lugar”; y tiene razón.

Hay temblores de todo tipo y los vivimos a cada instante; los más dolorosos,
los que solo percibe el corazón y generalmente causan mucho daño; por eso
es esencial que estemos bien agarrados de la mano de papá Dios, para sentir
los temblores que ciertamente no nos gustan pero que nos enseñan,
nos hacen madurar, pero sin caer porque estamos sujetos del Señor
que está en control de todo.

¿Una falsa esperanza? ¿Una patética o enfermiza necesidad de creer que alguien
más poderoso cuida de nosotros? ¿Religión que ciega a las personas o las lleva
a la negación de la realidad? No. ¿Qué objeto tendría?, no es eso; es la experiencia
personal de alguien, mía, de muchos miles más…

La experiencia de gente que ha experimentado el dolor sin contar con el soporte de Dios
y que luego se ha dolido pero respaldada de su amor. La experiencia de una sensación
de consuelo que nadie más que Dios puede dar. Mi experiencia personal.
Nadie me lo ha contado, nadie me lo enseñó, nadie me lo impuso, yo misma
lo he sentido. Y me siento feliz de tenerlo en mi corazón, porque la noche viene
y la oscuridad a veces da mucho miedo, pero es genial tener la esperanza de su promesa,
de que la luz viene justo después del momento más oscuro, que la noche
nunca es para siempre mientras estemos con él.

Y ese “mientras” no es una condición para tenernos con él a la fuerza, sino
porque se trata de voluntad; de la voluntad que él nos ha dado y que sabe respetar,
la voluntad con la que quiere tenernos cerca porque nosotros quisimos estar con él
y no porque no nos quedaba de otra.

Quiero permanecer con él; no he encontrado lugar más seguro que con él.
Veamos qué pasa más adelante; por lo pronto parece que esto si es cuestión de cuidado.
Seré precavida, como me aconsejó mi hermano, hasta donde pueda; lo que no pueda
está en control de alguien más poderoso que yo, que existe sin lugar a dudas,
que no tiene límites para actuar y que además, me ama.




•● Citando en Mayo 2016 ●•
 
»Escribir no es
transformar el ego
en sustancia, sino
diluirlo para que
no envenene.«

-Kenneth Moreno May
Colombia.
 
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