
Diría que sabes a vino suave,
a frutas dulces, a almendras frescas.
Presumiría la fortuna de una lenta,
feliz caricia tuya sobre la piel.
Daría detalles de la sonrisa de tus ojos,
la danza de tus labios y el sonido de tu voz.
Confesaría quién era antes de ti;
los sueños que creía irrealizables y
quién hoy soy debido a ti.
Puedo dar fe de la tristeza de tu ausencia,
los días que se hacen años, el temor de tu partida
y el anhelo de un abrazo.
Podría... Pero entonces pretenderían
que yo te quiera compartir.
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