36 Cofre de Pandora



Ha sido cansada, pedacito de mi alma, la travesía. 

Pero ha valido la pena y no me resta caminarla más. 
He fabricado en tu honor un Cofre de Pandora
para contener en él todo aquello que me honra
haber descubierto que soy capaz de dar por ti. 


Te ofrendo el anticipo de todas las lágrimas
que te puedo derramar y de todos los placeres
que me puedes cosechar.

Cada una de las oraciones en medio del incierto;
Las esperanzas impulsadas por el alimento
de todo lo que antes me diste.

Tu presencia constante en mi memoria, los detalles
materiales e inmateriales que con toda seguridad
te mereces, dulce corazón de mi ser.

Tormentas de caricias, cataratas de besos,
mi entera atención dirigida hacia nosotros, hacia ti. 
Sufrimiento, gozo, malestar y éxtasis, todos,
todos los espíritus irrefrenables nacidos desde que
la humanidad tiene memoria, latentes en esta
cáscara de mi cuerpo hecha invencible para ti
en medio de su vulnerabilidad.

Honra, lealtad, compromiso, memoria, discreción,
complicidad, interés, todos, todos los espíritus, estos
y más para tu Cofre de Pandora; para no matarlos,
pero no permitirles que me maten a mí, porque
-pedacito de mi alma- la travesía yo sola,
con ellos a cuestas, es ya agotadora y el día
me oscurece y enfría cada vez más temprano.

El invierno se acerca y no veo el día de asirme
a tu cuerpo, a tu deseo, pedacito: no son espíritus
para un solo ser, por más que yo los desee alimentar.

Ya sé de lo que soy capaz. Ya veo que podrías
enloquecer por mí, porque soy igual de capaz
de enloquecer. Te estoy a la altura, lo puedo esbozar.

Todo en el cofre, para recuperar el paso de dos piernas.
Caminar sin pensar, sin soñar, sin esperar.
Ya enloquecí y es fabuloso, lo mucho que se ofrenda. 

Deseo ver esa locura chispeando
en algunos ojos frente a mí. 

Entre tanto aquí está tu cofre. Es tuyo.
Son espíritus que provocaste, palabras que inspiraste,
anhelos que echaron raíces hacia tus aguas.
Pero no tienes obligación alguna sobre él. 
Adoro que te muevas por deseo y libertad.

No te sorprenda ver uno que otro espíritu en el aire,
sobre todo de mi aliento. Es imposible capturarlos a todos
y tú, pedacito de mi alma, te derramas todavía de mis dedos.
Ya tampoco me sorprende a mí.

Paz, ángel ingrato,
paz.

•● Citando en Mayo 2016 ●•
 
»Escribir no es
transformar el ego
en sustancia, sino
diluirlo para que
no envenene.«

-Kenneth Moreno May
Colombia.
 
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