Hay abrazos que besan;
Descaradamente respetuosos,
Respetuosamente descarados.
Abrazos que tibian los pies descalzos
y provocan mareas sanguíneas.
Y es que hay abrazos fugaces
que eso es todo lo que tienen:
El instante fecundo de la mirada en que nacen
y el deslave en el que habrán de fenecer.
Abrazos besados, indecorosos
como es indecorosa la vida misma.
Entusiastas, despreocupados
del futuro que no poseen en la piel,
pero ciertos de su eternidad en el alma.
Hay abrazos que jamás se darán
Y eso también se llamó amor.
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