Delirio de persecución
El ojo indiscreto, la lente secreta, el stalker religioso
no hacen falta, no necesitan seguirnos.
Se trata de la sonrisa que no puedes evitar
y que es mía, para siempre mía.
Se trata de la mirada que no puedo esconder
y es tuya, toda tuya.
Del abrazo eterno, de la risa cómplice,
de las lágrimas fundidas.
De tu larga memoria en mi alma
y el beso furtivo por el que jamás te quedarás.