Todo el día, ángel ingrato,
te has paseado por mi aliento.
Todo el día revoloteando
en mi cabello, en mis ojeras.
Todo el día pienso en ti
porque no eres sólo tú:
es tu alma intocable,
tus ojos sagrados,
tu piel imposible.
¿Qué es darte todo, ángel guardián?
¿Mi vida en tus dedos, tu vida en mi voz,
el escape hacia el absurdo,
quizá para esclavizarnos?
¿Qué es darte todo, ángel guardián?
¿Atorarme en tu cuello,
las manos sin freno,
mi aliento en tu oído,
rasgarnos la piel?
-Presentía ya que se le puede
hacer el amor a un ángel, pero no poseerlo.
Poseerte es todo un caos.-
¿Qué es darte todo, ángel guardián?
Tu entera libertad para posarte
en otros brazos, unos completos.
Todo es nada.
Este instante, el minúsculo
en el que finges poseerme el alma.
Todo es esto y te lo doy.