Me dueles, te duelo,
quizá nos hace falta el desencuentro.
Quizá ocupo volverte a soñar,
ocupo las ganas de ignorar todo
lo que nos cercena la fe.
Quizá sólo ocupas la navaja
que elimina de tajo las excusas
aunque vayas tú, aunque vaya yo
de por medio, arrastrados
por la pena de lo
inevitable.
Porque me dueles,
y te duelo.