La musa se sienta a versar


Las nubes se erizan
y hay sismos celestes;
los suelos lloviznan
cortinas de tierra.
El poeta ha callado,
deambula en silencio
y la musa, su musa,
se sienta a versar.

De mano temblorosa,
triste caligrafía y
pobre vocabulario:
La que siempre expresó
sus palabras
en piel, en mirada y canción.
La que nunca escribió, 
por poco rinde su espada
frente al papel.


Fija entonces los ojos
en aquel silencioso escritor
Su escritor... su escritor...
y siente el papel
la tremenda invasión.

Es la musa inspirada: 
la musa arriesgada, 
se sienta a versar.