16 octubre 2014
 



Juro que al momento de ver mis ojos llenos
de ese "Saber que vives me da paz",
no quería que el mensaje acabara jamás.
 
No creo que haya nada de malo en gozar
de la paz de la respuesta actual. Un maestro del tiempo
me ha visto a los ojos hace unos tres meses y me dijo
" todo y todos te quedamos ahora mismo demasiado pequeños...
Dale tiempo a todo. Irá cayendo en su lugar y si resulta que no cae
y te seguimos quedando pequeños, no quedará otra alternativa
que moverte de sitio. 

Supongo que de eso se trata esa tregua
que ciertamente no es derrota. Es tregua.
Es tregua (me lo sigo repitiendo, pues soy de temores
bastante tercos).
Creo que tu sonrisa debió haber nacido
de allí mismo de donde te nació la idea
de que nuestras miserias pueden catapultarnos
a un lugar mejor y la agradezco en el alma.
Nunca he confiado en las sonrisas fáciles,
en las miradas sin penas y en los dedos sin pasado.
 
Por algo es que me alivia vivir en tu memoria,
colega, y solicito permanecer en ella, tanto en los días tormentosos
como en estos días de tregua, de andanza pacífica, aunque sin duda
aún te cuidas un poco los hombros. Lo adivino.
 
No sé qué tanta angustia habré proyectado para que la urgencia
de pacificar en tus palabras haya surgido, o que de otro modo,
efectivamente, una paz interesantemente densa te haya
venido a abrazar. En todo caso me alegra que no estemos
ambos naufragando en el mismo barco.
Me faltaba tu mano firme de letras diciendo
"falta todavía un poco más".
 
Sobre tu sueño... Me hizo pensar en la pseudo-novela
con la que aún batallo y que trata precisamente
sobre navegantes... Había pensado matar así a la protagonista
al final del texto... Pero cuando te leía, no podía dejar de pensar
en nacimiento más que en muerte... Me quedo pensando.
El semi abandono en el que me he visto me hace pensar sobre mi valor...
Sobre mis acciones... No sé si he sido buena, si lo he valido, si lo merezco,
si estoy pagando facturas, y aunque pretendo darle una cara de maldita
a la soledad y escupirle en los pies como si no me provocara nada en absoluto,
como si la estuviera esperando e incluso la deseara, la verdad es que
cuento los días, los marco como en una celda y sigo gritando
"¡inocente, cabrones, inocente!"... Quizá esto sí sea poesía.
 
No pretendo asustarte, pero
¿a quién más le suelto estas palabras sin que tema demasiado
y venga a mi casa a asegurarse de que sólo se trata de
mis procesos emotivos y no de un peligro real?
Necesito sacar del sistema esto en palabras y
que alguien que sepa que existo lo sepa en detalle,
lo lea y me apriete con fuerza, con intensidad,
aunque sea en su mente, y vuelva a decir
"Loca, demente, saber que existes me da paz, vivir duele
pero mañana será distinto y sabrás más adelante volver a Él
con algo más".
 
Entre tanto, me sigo sangrando los pulgares y mordiendo los labios
en señal de ansiedad (no me enorgullece admitirlo y no es poesía, es literal)...
Aquellos tics nerviosos de los que nunca logré deshacerme...
Pero pienso solo un poco más, mientras mis asuntos se resuelven,
que en cierto extremo del Caribe alguien con una mente retorcida
pronunció "saber que vives me da paz"...

Y ese beso en la frente me da para mandarme esta madrugada a dormir.
Pronto te hablaré de cielos despejados, y si no,
de cómo la lluvia se siente en el rostro.
 
Con amor, y aunque no lo creamos
más alivio, L.
 

•● Citando en Mayo 2016 ●•
 
»Escribir no es
transformar el ego
en sustancia, sino
diluirlo para que
no envenene.«

-Kenneth Moreno May
Colombia.
 
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