Uno

12/09*
La vida como la conocía se acabó.
Los días de vivir con Leo en su apartamento, cocinar,
asear la casa juntos, saludar vecinos, hacer parrilladas para
fortalecer los lazos y todo aquello se ha acabado.
Un instante tienes asignado un lado de la cama y al otro
estás buscando dónde mudarte sola.

Está cabrón encontrar algo barato en la ciudad.
Sobre todo en la zona que vive como si la persiguieran.
Doña Fina me comentó que su cuñado ha rentado
antes la planta alta de su negocio familiar y que si
no encuentro otra cosa que se acerque a mi presupuesto,
ella está dispuesta a recomendarme, siempre y cuándo no 
le quede mal (dicha esa ultima frase con la ceja alzada y
la mirada asomada por encima de las gafas de pasta
antigua que deben ser tan viejas como el opaco relicario que
trae colgado desde el primer día que la conocí).

 

16/09*
Cedí a la flamante propuesta de Finita.
No soportaría un día más de sutiles mil y un maneras de decir
"te lo dije" de mis padres al hecho de haberme mudado
a vivir con Leo (con las respectivas mil y un maneras de
llamar a ese "bueno para nada"). 
 
La planta alta del negocio familiar del cuñado de Fina:
el ático de una funeraria.

Qué manera de adornar la realidad tiene la doña;
y es capaz de convencerte de lo que dice
o de que tú sueltes la verdad... Creo que debe haber algo
de encantamiento brujo en el modo en el que
mueve el trapeador mientras habla o cómo frunce
los labios bigotudos. No sé. El asunto es que ya firmé contrato.
Sí, contrato por un ático que al menos tiene
entrada independiente (la gente de hoy día). 
 
No he dado mucho detalle de esto a mis padres.
Solo que me iba y ya. No tiene caso que en seguida empiecen
a buscar ahora también mil y un maneras de referirse
a mi nueva madriguera.


20/09*
A pesar de que garabateo en mi cuaderno y que éste
regresa debajo de mi almohada, donde sólo yo lo conozco,
suelo fantasear que tú lo lees cada noche, maldito bastardo.
 
Fantaseo que mis lastimeras palabras son tu pan nocturno
y te calan hasta los huesos. Y en realidad no se trata de herirte
o de compartir la agonía de la separación.
Quisiera saber que por algún momento sientes algo.
Que no te soy indiferente. Ya sea dolor o cariño,
que aún eres capaz de sentir algo en tus entrañas
debido a mí. Tanto o tan poco hace que vivía contigo
y que amaba por los dos -maldito, maldito bastardo-
y ya entregaba en tierra estéril desde algún tiempo a la fecha.
 
Cómo detesto este drama. Pero no te preocupes.
Se trata de ir poco a poco dejando de sentirlo.
De desahogarlo para dejarlo ir. De a poco serás parte del recuerdo
-pronostico con fe, quizá fe estúpida- para ya no se sentir el
caos del resentimiento y el obvio síndrome de abstinencia de ti,
que ahora me revuelve las entrañas y con tanta frecuencia
me quita el apetito. 
 
Me fascina hablar como si fuera una experta. Y como si
me creyera toda esta lista de frases motivacionales.
 

•● Citando en Mayo 2016 ●•
 
»Escribir no es
transformar el ego
en sustancia, sino
diluirlo para que
no envenene.«

-Kenneth Moreno May
Colombia.
 
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