Tres
02 mayo

La larga espera en la fila del banco me preparaba una sorpresa interesante.
 
El laberinto que diseñan para que decenas de personas quepan en un cuadro de 2x3 metros me puso frente a un rostro conocido por el que no había pasado una década (según mis cuentas); bueno, quizá un poco más ojeroso. La vida es demasiado corta para pensarla dos veces así que hablé
 
--Sebastián (sin incluir signos de interrogación). 
 
Él alzó la vista y me miró. No sonrió y por un momento me arrepentí de romper el silencio.
 
--Nuria. Artes plásticas en Bellas Artes. ¿Aún pintas?
 
Ahora era yo quien no sonreía. Raro en mí. Sobre todo considerando que suelo hacer esa sonricita estúpida cada vez que me pongo nerviosa. No en vano; me pasé ese semestre de artes plásticas embobada con el sujeto. Serio, concentrado siempre en su escultura en turno. Usualmente algún animal.
Siempre trataba de sentarme en algún caballete que me pusiera de frente a él, esperando que me tuviera a la vista. Se me había olvidado ese enamoramiento adolescente y de repente me enorgullece que se recuerde de mí... incluyendo mi nombre. 
 
--No he pintado algo en dos años. Quizá debería retomarlo. ¿Tú aún esculpes? 
--Sí.
--Animales. Mi favorito era el zorro.
--Qué buena memoria tienes
--Cómo no recordarlo. A decir verdad en esa época estaba muy enamorada de ti. Me trae recuerdos gratos y graciosos encontrarte acá. (Nuria, ¿era necesario señalar el "muy"?). 
 
Sebastián aún se mostraba serio. Sólo me tomó una década decírselo. Pero supongo que cuando no queda pizca de pena por vivir, da igual. 
 
--Dime Nuria, qué ha sido de ti. 
 
La fila avanzó y él quedaba más adelante. Miró su reloj y se fue atrás hasta quedar donde yo. Serio pero contundente. Me recordó lo mucho que Leo sonreía y lo amable que se comportaba. Me hizo imposible hacer comparaciones superficiales y recordar a mi hermano diciendo "Entérate Nuria, que ser amable no siempre significa ser auténtico". Me dieron ganas de no sonreír para devolverle el gesto y continuar siendo auténtica. Le platiqué un poco de mí y para ser algo más auténtica, le completé la historia de la adolescente pintora enamorada de él. 
 
--¿Estás en, alguna red social? (no sé si estaba siendo auténtica todavía o estúpida, pero la fila particularmente avanzó sin que lo notara y estaba por agotarse el tiempo de espera).
 
--Instagram. Sebastián Molina. Es mi turno. Me dio gusto verte y saber de ti. Serio todavía. Pero sus ojos sonrieron. Estoy segura. 
 
Hace usa semana de eso. Me he aguantado de agregarlo a instagram, tratando de disimular el gusto de haberlo visto de nuevo, aunque por supuesto repasé sus fotos de principio a fin. Familia, esculturas, paisajes urbanos, fotografías con amigos en la escuela de arquitectura... Y entonces se me fue el doble click sobre una fotografía que le tomó a la cartelera de un festival de cine... hace dos años!! Una de las primeras fotos de su basto álbum. Si al menos hubiera caído el dedo traicionero en la foto de su escultura del zorro o la luna llena que captó con una cámara profesional. 
 
Tras el like no planificado, sentí un calambre, miré a la nada, y me dije a mí misma "Por supuesto, Nuria, era cuestión de tiempo". Bloqueé el teléfono y crucé las manos sobre mi pecho. Total, los ataúdes están en la planta baja y a mi vida social, después de decidir aislarme de los amigos en común que tenía con Leo, solo le faltaba oficialmente escuchar su hora de la muerte. 
 
Mírame... 
Haciendo bromas de mal gusto después de días de síndrome de abstinencia de Leo. Creo que un desliz vergonzoso en la red se me traduce más bien en buena noticia. Esta pronto se puso mejor. 
 
El más auténtico que "amable" Sebastián, me dejó una notificación hoy. Un like en una fotografía mía de hace dos años y medio. El último cuadro que pinté y que decidí regalar a uno de mis maestros. 
 
No me sentí halagada. Me sentí aliviada por mi desliz y eso era diez veces mejor. Quiero dejarlo así tal y como está. Nuevamente sonreía con los ojos. Una sonrisa auténtica. 
 
Mañana saldré a conseguir un lienzo y algunas pinturas acrílicas. Creo que necesito más que solo escribir para caer en cuenta con las emociones, aquello que ya tengo por cierto en lo intelectual: la vida tras una ruptura... la vida después de haber sepultado las expectativas y las pequeñas resurrecciones por venir. 
 
 
 
 


•● Citando en Mayo 2016 ●•
 
»Escribir no es
transformar el ego
en sustancia, sino
diluirlo para que
no envenene.«

-Kenneth Moreno May
Colombia.
 
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