
Caballero
02 mayo 2013
Este era un caballero de chocolate amargo
y corazón de trufa. Por sus venas, suave tinto
oxigenando su imaginación.
No era de apariencia apantallante,
porque a la belleza auténtica le gusta
esconderse a primera vista.
No era un caballero ostentoso.
No usaba sedas sino algodón,
solía andar descalzo y no cargaba joyas.
Sonreía poco y por eso decían que
era una persona triste, pero había qué
mirar sus ojos con cuidado para saber que
sonreía más a menudo con ellos.
Aquel caballero de chocolate amargo
tenía un sabor muy especial.
Lo sé porque tuve la fortuna de poderle besar:
Él era de chocolate pero
era yo la que se derretía.
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