De repente me haces falta.
De repente.
Después de la sensación
de que siempre hubieras estado allí.
De que ibas a estar por siempre allí.
De repente me haces falta
y todo lo que abraza mi memoria
la acaricia y la perturba.
Tendrías qué haber sostenido mi mano
para darte cuenta del desfile de escenas
que vinieron detrás de ti.
La tarde en que nos conocimos.
La luna en que me hablaste
por vez primera, tus ojos, tu voz
y tus largos sueños.
Tus groserías y tu ternura.
Lo que fuiste y lo que aun eres.
Me faltas en los escenarios
en los que apago la luz,
cuando el temor y la nostalgia
me acompañan y no tengo,
no tengo a quién gritar.
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